lunes, 15 de septiembre de 2014

Qué ruido tan triste el que hacen dos cuerpos cuando se  aman,
parece como el viento que se mueve en otoño
sobre adolescentes mutilados,
mientras las manos llueven,
manos ligeras manos egoístas manos obscenas,
cataratas de manos que fueron un día
flores en el jardín de un diminuto bolsillo.
Las flores son arena y los niños son hojas,
y su leve ruido es amable al oído
cuando ríen, cuando aman, cuando besan,
cuando besan el fondo
de un hombre joven y cansado
porque antaño soñó mucho día y noche.
Mas los niños no saben,
ni tampoco las manos llueven como dicen;
así el hombre, cansado de estar sólo con sus sueños,
invoca los bolsillo que abandonan arena,
arena de flores,
para que un día decoren su semblante de muerto.
(Cernuda, Antología: 42-43)