lunes, 23 de abril de 2012

Regla de Tres

Fragmentos: 

"Y ese otro póstumo sufrimiento: el de saber que un día olvidaremos. Qué pérdida de nosotros mismos, qué desperdicio, qué dilapidación. ¿Cómo empezar a vivir otra vez? ¿Y para qué? ¿Para que vuelva a repetirse la misma historia de la muerte? Creo que estoy amedrentado. Creo que estoy sellado y amedrentado. Cuánto olvidé, cuánto olvidé... Y también para olvidar tendríamos que olvidarnos de todo: de nosotros mismos incluso, delo que fuimos y cómo fuimos, de los libros leídos en común, de las canciones escuchadas... Tendríamos que empezar a imaginarnos de nuevo, a solas, el atardecer, el olor de los jazmines, el sabor de las fresas —como un anósmico, como un agéusico, como un ciego y un sordo—, la transparencia del topacio, la queja de los mirlos, la densidad de una cala o de una caracola, el ponderado tacto de los lirios... Todo a solas, todo, igual que un niño al que se le hubiese arrebatado lo más suyo, que es la esperanza. Comenzar a vivir, lo mismo que Lázaro, con la desfallecida experiencia de la muerte."

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