jueves, 15 de noviembre de 2012

Anais Naim - Delta de Venus: Fragmento




“¿Cómo me ve él?”, se preguntó. Se levantó y colocó un largo
espejo junto a la ventana. Lo puso de pie, apoyándolo en una silla.
Luego, mirándolo, se sentó frente a él, sobre la alfombra, y abrió lentamente
las piernas. La vista resultaba encantadora. El cutis era
perfecto, y la vulva rosada y plana. Mathilde pensó que era como la
hoja del árbol de la goma, con la secreta leche que la presión del dedo
podía hacer brotar y la fragante humedad que evocaba la de las
conchas marinas. Así nació Venus del mar, con aquella pizca de miel
salada en ella, que sólo las caricias pueden hacer manar de los escondidos recovecos de su cuerpo.

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